A Jordi Franch la Traumatología le atrajo como especialidad veterinaria porque requiere una combinación de conocimientos médicos y destreza que suponen un constante estímulo y reciclaje. Además, cuando él estudiaba, pocos veterinarios escogían esta especialidad y pronto se dio cuenta de que tenía un potencial de desarrollo muy importante, como se ha demostrado en la actualidad. Le entrevistamos en el Hospital Clínic Universitari de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), donde ejerce su profesión.
Dr. Franch, ¿Cuáles son las causas más frecuentes de intervención quirúrgica en perros por traumatismos?
Las fracturas de huesos largos y la rotura del ligamento cruzado anterior seguramente se llevan la palma. Las más comunes se deben a atropellos por coche o moto o por caídas, o bien desde altura o por caer en zanjas o terraplenes.
¿Y en gatos?
Los gatos no padecen prácticamente nunca roturas del ligamento cruzado anterior, por tanto, la intervención más frecuente en traumatología felina es la reparación de fracturas de huesos largos y también de mandíbula, consecuencia de caídas.
¿Los problemas osteoarticulares en perros son siempre congénitos o pueden aparecer por una mala alimentación o un exceso de ejercicio físico en edad muy temprana?
Como pasa con otros tipos de enfermedades, pueden ser congénitos o adquiridos, pero sin duda, en la fase de cachorro, cuando se forma el sistema esquelético, resulta clave proporcionar una alimentación equilibrada y un ejercicio moderado y ajustado al desarrollo muscular y óseo del animal.
¿Cuándo es preferible operar en caso de displasia de cadera o codo?
Cuando lo considere el veterinario. Un buen consejo general sería que cuanto antes se diagnostique, antes se puede tratar y por tanto, menores serán las consecuencias degenerativas en la articulación, lo que generalmente supondrá un mejor pronóstico.
¿Cuáles son los principales síntomas que nos pueden hacer sospechar de un problema de displasia en nuestra mascota?
Hay varios tipos de displasia en traumatología, si se refiere a las más frecuentes, o sea, codo y cadera, los signos incipientes suelen ser: rechazo al ejercicio, aparente cansancio prematuro, cojera tras ejercicio, sobretodo en frío, debilidad del tercio posterior…. En casos más avanzados, cuando ya existe una artrosis instaurada se manifiesta con un dolor a la manipulación de la articulación, reducción de su rango de movimiento, cojera constante o inactividad, entre otros signos.
¿Es partidario de dar suplementos condroprotectores a perros propensos a desarrollar problemas osteoartríticos?
Si el condroprotector tiene la composición adecuada y se da a la dosis y frecuencia pertinente, este nutracéutico es efectivo en las fases iniciales o moderadas de la artrosis. Probablemente en fases muy avanzadas de la enfermedad, los condroprotectores no sean tan efectivos, puesto que el proceso degenerativo ha deteriorado en gran medida las células diana sobre las que actúan.
En cuanto a los gatos, que son más huidizos, ¿cómo actuar con ellos tras una cirugía?
A cualquier paciente tras la reparación de una fractura se le deben prescribir unas pautas de ejercicio que pueden ir, desde el reposo más estricto, al ejercicio moderado, según el tipo de intervención y la fase de recuperación postoperatoria. Lo mismo para los gatos. Si se trata de un paciente que habita dentro de casa, con una mínima limitación del ejercicio y evitar movimientos bruscos (especialmente si le gusta subirse a muebles, ventanas, etc. ) suele ser suficiente. Un gato acostumbrado a la vida exterior, no se puede devolver a su hábitat si se ha intervenido quirúrgicamente de una fractura hasta que el veterinario lo permita, en función de su grado de recuperación y de la lesión de origen.
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