La suya es la asociación pionera en España de la defensa de los derechos de los animales y Carmen Méndez ha estado en ella desde el primer momento. Su voz es una de las más acreditadas y con más conocimiento sobre los diferentes pasos que se han conseguido en protección animal tanto en nuestro país como a escala europea o incluso internacional.
ADDA empezó su trayectoria en 1976, fue la primera organización de protección de animales de España, ¿como fueron esos comienzos y como fueron los primeros logros?
Los comienzos fueron muy difíciles porque el panorama era desesperanzador, salíamos de unos años de dictadura en los que no se habían tenido en cuenta para nada los animales. La situación más dramática y evidente, desde luego, era la de los animales de compañía. Las protectoras que en aquel momento funcionaban estaban desesperadas y la situación es que no sabías por dónde abordarla. En aquellos momentos no había una legislación que los amparase, solamente había unos decretos que venían de finales del siglo XIX principios del XX.
Estaba todo prácticamente por hacer. El primer planteamiento que se hizo ADDA y el primer logro era precisamente conseguir una primera ley de protección de animales, que así fue en el año 1978 con la Ley de Protección de los Animales en Cataluña. Sirvió de referente y de patrón para que todas las comunidades autónomas fueran asumiendo sus respectivas leyes, unas mejores, otras peores, era insuficiente pero fue el primer paso bastante decisivo en el principio de un cambio.
¿Qué le sorprendió más favorablemente o desfavorablemente en toda esa primera etapa? ¿La falta de costumbre social, quizás?
Lo que más nos sorprendía cuando nosotros empezamos a solicitar insistentemente, con la llegada de la democracia, a los partidos políticos una ley de protección de animales es que se quedaban bastante desconcertados. Era una cosa que les sonaba un poco extraña y esto quizás da un poco el criterio de la situación y de la falta quizás de educación. Íbamos muy atrasados respecto al resto de Europa.
¿Ustedes estaban ya en contacto con organizaciones del resto de Europa?
Sí, precisamente lo primero que hizo fue estar con la ISPA, una asociación internacional que luego se fusionó en la asociación mundial de protección de los animales y durante ese trayecto es cuando más se propuso de los derechos de los animales. Fue la primera declaración que se hizo en 1978. ADDA pudo vivir este momento y participar incluso cuando se hizo el redactado.
Están ustedes de aniversario este año, ¿no?
Sí, 40 años.
Los primeros años eran muy lentos, eran desesperanzadores porque realmente no veías de un año para otro muchos resultados positivos.
¿Ya os han cumplido así por fecha o están pendientes?
No se puede decir exacto, porque ADDA se puso a caminar en el 75 y se creó como asociación en el 76. Según como lo miramos podríamos decir que ya hemos pasado los 40 años; pero oficialmente fue fundada en el año 76 y en 1981 fue reconocida oficialmente como entidad declarada de utilidad pública. Esto tenía mucho valor sobre todo en aquel momento.
Se consiguieron muchas cosas en unos años muy concretos muy rápido, ¿no?
Sí, pero los primeros años eran muy lentos, eran desesperanzadores porque realmente no veías de un año para otro muchos resultados positivos. A partir de la primera ley fue cuando se empezaron a notar pequeñas mejoras; pero los 10 o 15 primeros años fueron muy ingratos. Había un grupo muy reducido de personas que defendía a los animales, pero la sociedad en general todavía no generaba respuesta, no se unía a este nuevo movimiento de respeto por los animales.
¿Cómo ha ido evolucionando el colectivo animalista de aquellos inicios hasta ahora?
Muy bien, porque durante bastantes años ADDA era la única que existía y al cabo de unos 10 o 12 años empezaron a salir otras asociaciones. En los últimos 15 años de repente empezaron a surgir muchísimas asociaciones. Seguramente irán surgiendo más.
¿Siempre es un espíritu voluntario, más profesionalizado…?
Prima todavía el sentido del voluntariado, esto no quiere decir que algunas asociaciones ya tengan que contar con algún personal más profesionalizado. Es muy difícil todavía para las asociaciones poder subsistir con las cuotas de los socios. Los recursos son siempre muy limitados y hay poco personal si se compara con las asociaciones Europeas e Internacionales que tienen grandes oficinas y bastante personal a disposición.
Hoy en día los animales de compañía son considerados miembros de la familia, ¿esto es un fruto social o un fruto de la acción del colectivo animalista?
Son las dos cosas. Por un lado, evidentemente, está la actividad de las asociaciones que tiene mucho que ver sobre todo con la denuncia, lo que ha llegado a concienciar, ha generado información, ha generado sensibilización… Después está la evolución social que ha venido por las nuevas generaciones que han nacido y crecido muchos con animales en casa, son jóvenes y adultos actualmente, que ya tienen una nueva conciencia, una conciencia que ya no tiene nada que ver con lo que era hace 50 o 60 años.
¿Qué reto asume ahora el colectivo animalista desde un punto de vista de evolución social?
En España, primero la crueldad con los animales por diversión, que va avanzando todo poco a poco gracias a la reacción social y a la reacción de las asociaciones. Otro reto está dirigido a aquellos animales destinados al consumo; otro circos y zoos. Luego pasaríamos al abandono de los animales de compañía. Y, para terminar, la utilización de pieles animales.
Para ellos es importante que los cuidemos y que evitemos que puedan caer enfermos.
¿A usted le suelen preguntar cuántos animales tiene en casa?
Sí, a veces. Ahora en estos momentos tengo unas palomas adoptadas, pero he tenido perros, gatos, hasta una rata.
¿Si tuviera que decir una cifra sobre la felicidad que le han aportado cual sería?
Muchísimo, nos han enriquecido a la familia en general moralmente, éticamente, nos han enseñado muchas cosas. A los animales solamente hay que observarlos un poco, quererlos, aceptarlos, porque ellos te dan una amistad incondicional. Yo creo que te ayudan mucho en momentos buenos y malos. La puntuación sería muy buena.
En el tiempo que usted ha tenido animales supongo que se ha enfrentado a casos que se han puesto enfermos, han tenido que pasar por el veterinario en muchas ocasiones. Para ustedes, que tiene más valor, ¿prevenir o curar?
Prevenir, como las personas. Tiene mucho valor prevenir, saber cuidarlos, hacer las visitas que sean necesarias en el veterinario, saber alimentarlos, igual que nosotros, hacer ejercicio… Para ellos es importante que los cuidemos y que evitemos que puedan caer enfermos. Ellos nunca juzgan ni por tu físico ni por tu situación social, ellos siempre están dispuestos a seguirte, a no abandonarte y nosotros tenemos que estar dispuestos a corresponderles satisfaciendo como mínimo sus necesidades. Es muy difícil que un animal a veces pueda expresar o manifestar su dolor, es importante que nosotros los observemos y si detectamos que tienen un cambio de conducta o que están más apáticos, acudir a los profesionales. Ni eso nos piden, pero tenemos la obligación de dárselo.
Si tuviera que formular un deseo para que se cumpliese en el acto, ¿cuál sería?
Yo creo que sería un deseo para el bien de los animales, para el bien de la naturaleza, de la sociedad y del futuro del planeta. Respeto para todo lo que nos rodea, que empieza por nuestros animales más próximos, si vivimos en la ciudad. Si vivimos en medios rurales, tener respeto también por el medio ambiente. Que tengamos un comportamiento ético, no solo con los animales sino también con lo que compramos, con lo que hacemos, con lo que tiramos, para el bien común del planeta. Éste sería el mejor deseo que podríamos formular todos: tener conciencia de que el planeta es de todos y tenemos que cuidarlo y sus habitantes y los animales son nuestros hermanos. Tenemos que cuidarlos.
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