Diplomado por el Colegio Europeo de Bienestar Animal y especialista en comportamiento, Tomás Camps se dedica a tratar en el Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Autónoma de Barcelona los casos graves de conducta en perros y gatos: cambios de carácter repentinos, agresividad, problemas en la eliminación… aquellos que el veterinario deriva para una mayor investigación. Apasionado de su trabajo, nos descubre en esta entrevista qué puede haber detrás de una mala conducta en nuestra mascota y cómo tratarla.
¿Qué le llevó a investigar el comportamiento de los animales y a hacer de ello su profesión?
En la etología ya me había fijado incluso antes de la adolescencia, porque un sacerdote, profesor de mi padre cuando era joven y amigo de la familia, me regaló un libro de comportamiento animal. Empecé a leerlo y me encantó. Luego, al hacer veterinaria tuve la suerte de tener como profesor al que ahora es mi jefe, Xavier Manteca, y me hizo revivir ese interés que ya tenía. Etología además es una asignatura que cuando te la encuentras en primero es muy llamativa, es la más bonita. Me fui metiendo y al final acabé de lleno. Tras la carrera hice el máster, y posteriormente la residencia en el año 2009 y luego el doctorado.
¿Qué hace exactamente un etólogo?
En mi caso particular soy un etólogo clínico que estudia los problemas del comportamiento del animal. Aunque no nos gusta compararlo, vendría a ser como la psiquiatría en el ámbito animal. Se diagnostica y se trata cualquier problema de comportamiento. Hay muchos cambios de comportamiento en animales que se deben a problemas médicos, pura y llanamente, y muchos problemas de conducta que pueden afectar a su vez a la salud del animal, exactamente igual que en las personas.
La ansiedad más diagnosticada posiblemente sea la ansiedad por separación, que se da en perros que se quedan solos muchas horas en casa.
¿Qué problemas médicos encuentran?
Cuando tienes delante un animal que es agresivo o un animal que se automutila, por ejemplo, puede que sea un problema psiquiátrico puramente o puede ser que detrás de esta agresividad haya un tumor cerebral. O detrás de esta automutilación haya una hipersensibilidad en la piel, o un problema de hígado, o hipotiroidismo, que es una enfermedad endocrina…
¿Ustedes tratan todos estos problemas?
Cuando un cliente llega a la consulta, lo que te transmite como propietario es un cambio en el comportamiento del animal o un comportamiento que a él, como propietario le resulta molesto: “es agresivo, ladra cuando no hay nadie en casa y los vecinos se quejan, muerde por la calle, me muerde a mí”…son los problemas más frecuentes. Esto es un síntoma, es un signo clínico, entonces mediante una entrevista con el propietario, las observaciones sobre el animal y siempre unas pruebas médicas, determinamos por qué le ocurre esto. Porque muchas veces el único signo clínico de que el animal está enfermo es que ha cambiado su comportamiento. Lo que la gente debe entender es que siempre debe hacerse un buen diagnóstico ante un problema de este tipo.
¿Cuáles son los principales problemas de conducta que detectan en perros?
Como veterinarios especialistas nos envían muchos casos remitidos, es decir, el veterinario generalista ve el caso, ve que es un problema grave y nos lo envía. En este sentido, los casos más comunes que recibimos son problemas de agresividad y problemas relacionados con la ansiedad.
¿En los perros también?
Lo que se detecta son los tres signos clínicos básicos de la ansiedad: las vocalizaciones (ladrar, aullar, llorar, etc…) destructividad y eliminación, que orinan o defecan por toda la casa.
¿De dónde suele venir esta ansiedad?
Existen muchas causas. No todos los perros que vienen y tienen estos síntomas tienen ansiedad, ni en todos, la ansiedad se debe a lo mismo. La ansiedad más diagnosticada posiblemente sea la ansiedad por separación, que se da en perros que se quedan solos muchas horas en casa.
¿Un perro agresivo lo es por la educación recibida, por su particular genética, por un problema médico…?
Que un animal se comporte de una manera en concreto depende de muchísimos factores que pueden tener su origen desde antes de nacer hasta todo su desarrollo y sus experiencias cuando es adulto. No se puede decir que los perros que son agresivos lo sean por la genética o porque son de una raza determinada. Tampoco se puede decir que los propietarios hacen que sea agresivo, también es falso.
La agresividad es multifactorial: puede depender del estrés de la madre durante la gestación. Esto afectará al comportamiento adulto de los cachorros; puede depender de cómo se les trate durante sus periodos de desarrollo, con especial importancia de los primeros quince días y después, de las tres semanas a los tres meses, ya que este es el periodo de socialización. Si ha tenido alguna experiencia negativa en determinada situación; experiencias con perros adultos… Como hemos dicho, también cuentan los problemas médicos. Cuando esto lo sumas todo, hace que un animal en un determinado momento actúe de esta manera. Y otro aspecto muy importante: las diferencias individuales entre los diferentes perros ante una misma situación son muy altas. Por tanto, a lo mejor la genética es ideal y el propietario ha educado a su perro perfectamente, pero a lo mejor el perro tiene un problema hepático que hace que sea agresivo. Puede pasar.
¿Debemos hablar de razas peligrosas o de perros peligrosos, al margen de la raza?
Por descontado me gusta más perros que razas. Es verdad que hay razas que potencialmente pueden producir más daño. Nadie va a negar que un Pitbull, por decir uno al azar, es más peligroso que un chihuahua de kilo y medio por varias razones: la primera por el tamaño, la segunda porque los perros de presa en general tienen un tipo de mordedura que produce más desgarro. Pero esto no significa bajo ningún concepto que los Pitbull sean más agresivos que otros perros, porque de hecho no lo son. Y de hecho no son los que están más involucrados en mordedura en ningún país del mundo. Son perros que no suelen morder mucho, pero cuando muerden se nota. Se ha demonizado mucho a esta raza, pero es incorrecto.
¿Hay estudios al respecto?
Si hablamos con datos, se hizo un estudio en el que se analizaban el número de mordeduras entre la población antes y después de aplicar la ley de Perros Potencialmente Peligrosos (PPP) y se ha visto que no se ha reducido nada el número. Esto indica que la ley es totalmente ineficaz, porque un problema que es multifactorial se aborda como si fuese unifactorial, que es la genética y la raza.
¿Los comportamientos agresivos pueden revertir con educación?
Depende del problema diagnóstico. Si el problema es porque tiene un tumor cerebral, no. Pero sí podemos mejorarlo. Podemos quitarle el tumor y tratarlo tanto con medicamentos como con educación.
¿Qué podemos hacer en la práctica cuando tenemos un perro agresivo, cómo debe afrontarlo el propietario?
Sin duda alguna se debe visitar al veterinario. Primero hay que averiguar por qué es agresivo y a partir de ahí podremos aconsejar. El único gran consejo es que nunca debemos provocar aquella situación en la que el perro se ha mostrado agresivo.
Todo esto que sale en televisión del líder de la manada es totalmente falso, por tanto no debe seguirse este protocolo nunca porque muchas veces lleva a que los propietarios intenten un tipo de tratamiento que puede acabar con mordeduras muy graves. En general se deben evitar siempre todas las situaciones de conflicto. Luego, cuando hablemos con el veterinario o con el etólogo ya decidiremos cuál es el mejor tratamiento y cómo se debe hacer.
Ahora hablemos de los gatos. ¿Cuáles son los principales problemas de conducta que encuentran en estos animales?
Sin duda alguna el número uno en gatos es la eliminación inadecuada, gatos que orinan o defecan fuera de la bandeja y también tenemos muchas consultas por problemas de agresividad. Además, la agresividad en gatos es muy intensa y suele producir muchísimos problemas.
¿A qué se puede deber?
El gato, al igual que veíamos con los perros, puede ser agresivo también por muchas razones, pero quizás la más frecuente es una agresividad por miedo, la agresividad redirigida. Suele ser que el gato quiere agredir a otro gato que ve por la calle o escucha un ruido muy fuerte y al no poder atacar, porque o bien es un gato que está fuera o si es un ruido, no se le puede atacar, lo que hace el gato es redirigir el ataque y agredir al propietario.
Luego puede pasar y de hecho pasa en la inmensa mayoría de los casos, que el animal se queda con una respuesta de miedo y agresividad hacia el propietario, con independencia de que esté o no el otro gato fuera. Este tipo de agresividad es fuertísima. Hablamos de propietarios que no pueden entrar durante días en una habitación.
¿Y cómo se debe actuar en ese momento?
Se tiene que intentar encerrar al animal en algún sitio y dejarlo que se calme largas horas. Lo más importante es que el gato se calme y sobre todo que la persona no salga dañada, porque los daños pueden ser muy fuertes. Una vez que la situación está más tranquila, se puede hacer el tratamiento. En todos los casos, tanto en problemas de eliminación como de agresividad, lo importante es que se entienda todo el conjunto de factores que han podido originar esa conducta: la genética, los problemas médicos, el desarrollo del animal, las experiencias con los adultos…al igual que veíamos con el perro.
El exceso de proteínas en determinadas dietas puede favorecer cierto comportamiento agresivo, y el exceso de carbohidratos podría disminuir la agresividad por una serie de procesos fisiológicos
¿La alimentación influye en el comportamiento de perros y gatos?
Sin duda alguna en muchísimos casos. Hay diferentes estudios que demuestran que esto es así y ahora se empieza a hablar de posibles intolerancias alimentarias que podrían estar relacionadas con algunos cambios de comportamiento. Lo más estudiado es el exceso de proteínas en determinadas dietas, que puede inducir la agresividad o favorecer cierto comportamiento agresivo, o el exceso de carbohidratos, que podría disminuir la agresividad por una serie de procesos fisiológicos.
Por otra parte, hay ciertas proteínas lácteas que pueden estar dando efectos ansiolíticos o ciertos aminoácidos esenciales que favorecen la síntesis de determinados neurotransmisores, como la serotonina, que pueden hacer que el perro esté menos ansioso o agresivo.
¿En qué medida el dicho de que los perros se parecen a sus dueños es cierto?
Físicamente no lo sé, pero a nivel de comportamiento el perro aprende mucho del propietario y esto puede modular sin duda alguna el comportamiento del animal. Es más, sabemos hoy en día que el perro es capaz de entender nuestro lenguaje y nuestra entonación y esto se debe a que llevamos muchísimos años domesticándolo. Estamos hablando de 30.000 años…
El perro es capaz de entendernos incluso cuando no se ha socializado con personas; es decir, nosotros podemos enseñar a un gran simio a entender nuestros signos, podemos enseñar a un lobo, pero el perro los entiende sin que se lo enseñemos, lo cual es muy importante. Además, cuando nosotros acariciamos a un perro se produce la liberación de una hormona que es la oxitocina, una hormona que aumenta el vínculo o el lazo con el animal.
Últimamente se habla mucho de la conciencia de los animales. ¿Cree que nuestras mascotas tienen conciencia?
Mi opinión es que cada vez tenemos más herramientas para pensar que esto es así; tomando la consciencia como que ellos son conscientes de su yo, de sí mismos. Se han hecho muchos estudios que lo corroboran, como el del reflejo en el espejo, otros que apuntan que las emociones que ellos sienten son parecidas a las que sentimos nosotros…
Ahora mismo puede haber animales que lleguen a un grado de conciencia tal como para ser pesimistas u optimistas. Estamos hablando de animales que proyectan una posibilidad de futuro…¡Es impresionante!.
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