El hecho de que perros y gatos tengan una esperanza de vida cada vez mayor, hace crecer las posibilidades de que enfermen de cáncer en edades avanzadas. No obstante, los tratamientos cada vez más efectivos de la medicina oncológica veterinaria y el hecho de que la mayoría de propietarios hoy en día se muestren dispuestos a aplicar todas las medidas terapéuticas para alargar la vida de sus mascotas, a las que consideran parte de su familia, da lugar a que el abordaje del cáncer en nuestros pequeños animales sea cada vez más común.
Al igual que sucede en humanos, el cáncer es una enfermedad que se da mayoritariamente en perros y gatos de edad avanzada. Ignasi Rodríguez Pizá, director de OncoVet, la unidad de oncología del Hospital Veterinario Glòries, de Barcelona, única en toda Catalunya, explica que «el hecho de que el perro y el gato domésticos vivan muchos más años, probablemente más de los que la naturaleza había pensado para ellos, debido a los avances en medicina veterinaria y a que son considerados como un miembro más de la familia, con todo tipo de atención y cuidados, implica que llegada la vejez, en algún momento, sus células no tendrán la capacidad de mantener su integridad genética y al final, a poder de recibir noxa (agentes patógenos, radiación ultravioleta, o los tóxicos de los fármacos y de los alimentos) acabarán sufriendo diferentes mutaciones que conducirán al cáncer».
Ignasi Rodríguez afirma además que los perros y los gatos tienen una mayor predisposición a esta enfermedad que el humano (más el perro que el gato), y que hay razas de perros en las que entre el 70 y el 80% de los individuos mueren de cáncer, como el boyero de Berna, el retriever de capa lisa o el boxer, por la práctica de consanguinidad para conseguir ciertas razas, lo cual comporta un número muy elevado de enfermedades genéticas asociadas. «Las razas gigantes envejecen antes y suelen hacer cáncer a partir de los 5 o 6 años: los dogos alemanes, los boyeros de Berna, los bullmastiff…mientras que los perros de raza pequeña suelen ser más longevos», apunta Rodríguez Pizá, uno de los cuatro especialistas diplomados en oncología veterinaria del país, quien destaca asimismo que en gatos es raro ver cánceres antes de los 9 o 10 años. «Entre los 10 y los 15 años es lo más habitual, aunque el virus de la leucemia felina puede predisponer a padecer algún linfoma o tipo de neoplasia linfoproliferativa en gatos jóvenes menores de 2 años. La buena noticia es que actualmente, debido a la vacunación contra la leucemia felina, la incidencia en las últimas décadas de este tipo de tumor ha caído en picado.
Por otra parte, en perros hay patologías que tienen un pico de incidencia alto en edades muy jóvenes, como el osteosarcoma canino, un cáncer de huesos que puede aparecer en animales muy jóvenes, de menos de dos años y también en pacientes mayores», asegura.
Linfoma, el cáncer más extendido en perros y gatos
Las neoplasias más frecuentes, tanto en perros como en gatos son los linfomas, el mastocitoma, y el osteosarcoma. El linfoma es un tumor sólido que se origina en los linfocitos (glóbulos blancos) y que está relacionado con la respuesta inmunitaria. Está presente en el sistema linfático (sangre, ganglios linfáticos y en el interior de otros tejidos). Puede aparecer en cualquier lugar, y a menudo se presenta en varios sitios a la vez; los más frecuentes: ganglios linfáticos, cavidad torácica, tracto intestinal, cavidad nasal, riñones y sistema nervioso.
En cuanto al mastocitoma, es un tumor de mastocitos, un tipo de células distribuidas por todo el cuerpo que por lo general afectan a la piel, el bazo y los intestinos. Es el cáncer de piel más común en perros, especialmente en braquicéfalos, como el carlino o el bulldog inglés y el labrador, el golden retriever y el schnauzer, entre otros. Los tumores de mastocitos pueden aparecer como pequeños bultos aislados o como lesiones ulceradas extensas.
El osteosarcoma, como decíamos anteriormente, es un cáncer de huesos que puede localizarse en las extremidades, en la columna vertebral o el cráneo. Cuando afecta a las extremidades puede producir debilitamiento y facilitar las fracturas. Causa un dolor progresivo y cojeras en el hueso afectado. Estos serían los procesos oncológicos más extendidos, pero también suelen darse carcinomas de células escamosas, tanto en perros como en gatos, un cáncer de piel que podría estar desencadenado por la exposición continua a los rayos ultravioleta, sobre todo en gatos blancos que viven en países cálidos. Habitualmente afecta a la nariz y las orejas e inicialmente puede aparecer como un arañazo o una herida que cuesta de curar.
El carcinoma mamario es, por otra parte, un cáncer que afecta a las glándulas mamarias de perras y gatas (más extrañamente en machos) y era hace unos años de los más prevalentes en estos animales en nuestro país, debido a que la castración no era tan común. En la actualidad su incidencia es bastante menor debido precisamente a la realización de ovariohisterectomías antes del primer celo, que limita la incidencia de este tipo de neoplasias.
«Todo lo que no revierta rápidamente y que no pueda atribuirse a una infección vírica, parasitaria o bacteriana podría ser cáncer»
¿Cómo saber que se trata de un tumor?
En cualquier perro o gato mayor, cualquier síntoma o diferencia es motivo de preocupación y de investigar a fondo. De todas formas, hay signos que nos pueden hacer pensar que nuestra mascota puede tener cáncer, como son: pérdida de peso progresiva, el hecho de que de repente empiece a beber mucha más agua y a orinar mucho más (si es mayor). Los signos pueden ser específicos del órgano al que afecte el cáncer. En el caso de un cáncer intestinal puede tener vómitos y diarrea prolongados en el tiempo; si es un cáncer pulmonar puede tener tos o dificultades respiratorias. Si es en el riñón puede sentir dolor o manifestar un fallo renal. Si es un tumor óseo tendrá cojera y mucho dolor…A veces el cáncer se manifiesta como una infección de la cavidad nasal que no se acaba de solucionar. «Todo lo que no revierta rápidamente y que no pueda atribuirse a una infección vírica, parasitaria o bacteriana podría ser cáncer», explica Ignasi Rodríguez Pizá. Otros posibles signos son bultos en la piel o úlceras, en el caso del cáncer de piel, o nódulos y zonas endurecidas en las mamas. Cualquier síntoma en este sentido debería hacernos pedir una visita con el veterinario de cabecera para examinar el problema a fondo.
Ganar calidad de vida
Los tratamientos oncológicos veterinarios son similares a los realizados en medicina humana. La mayor parte de las veces se recurre a la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia, aunque existen tratamientos que se pueden aplicar a nivel local, como la electroquimioterapia o la inmunoterapia y otras aproximaciones terapéuticas alternativas. Ignasi Rodríguez Pizá afirma que «hay tumores que requieren de un tratamiento sistémico porque están extendidos en el organismo, ya sea un tumor como el linfoma que ya es así por naturaleza o un tumor con metástasis avanzada. En estos casos, los tratamientos más habituales son los fármacos quimioterápicos, similares o idénticos a los utilizados en medicina humana que usamos con muchísimo criterio y racionalidad, haciendo entender a los propietarios que el objetivo de su uso es mejorar la calidad de vida del animal sin convertirlo en un animal desahuciado, con efectos secundarios». Este especialista añade que el objetivo del tratamiento oncológico no es alargar la vida a toda costa, sino hacer que nuestra mascota pueda disfrutar de calidad de vida el mayor tiempo posible, por ello se utilizan dosis diferentes y combinaciones de medicamentos que van dirigidos a que nuestro animal de compañía se encuentre cada vez mejor.
En otras ocasiones, el tratamiento debe ir encaminado a la resolución de un tumor primario y sus posibles metástasis regionales; es decir, a resolver el cáncer donde ha aparecido y a los ganglios que afectan a la zona. «A veces el tumor está contenido en un sitio concreto y ahí entra en juego la cirugía como tratamiento crucial, y también la radioterapia, dirigida a acabar de matar los pequeños nidos tumorales que hayan quedado alrededor de la zona de la cirugía. Actualmente a los pacientes que necesitan radioterapia los referimos a Lille, Francia, porque aquí no tenemos aparatos para ello», asegura Rodríguez Pizá.
Efectos secundarios muy leves
Aunque es cierto que los tratamientos con quimioterapia pueden desencadenar una reacción exagerada o negativa en algunos casos y que el tratamiento puede ser tóxico para la médula ósea y bajar las defensas, o hacer que el paciente pueda tener vómitos o diarreas pasajeros, la inmensa mayoría de mascotas no tienen efectos secundarios después de la administración de quimioterapia o estos son muy leves. En cuanto a la decisión de llevar adelante el tratamiento, Ignasi Rodríguez Pizá explica que «cuando hay un diagnóstico de cáncer se necesita la valoración exhaustiva de un especialista que informe en esa situación en concreto sobre cuál es el mejor tratamiento y el beneficio-riesgo de aplicarlo, para entonces poder proceder con su consejo» y añade que en la toma de decisiones sobre si realizar o no un tratamiento oncológico entran en juego varios factores, entre ellos, los conocimientos del veterinario de cabecera de esa patología y cómo se lo expone al propietario. «La predisposición de un cliente no será igual si ante una patología un veterinario que no tenga el conocimiento y la experiencia sobre el abordaje de ese tumor le dice que no hay nada que hacer, que el pronóstico es nefasto, a un especialista que le explica que es un tumor en el que con unas mínimas intervenciones el animal vivirá varios años con una buena calidad de vida», indica Rodríguez Pizá, quien asegura que el factor clave a la hora de tomar decisiones es el conocimiento de la enfermedad por parte del veterinario de cabecera o el reconocimiento de la falta de experiencia al respecto y la petición de una segunda opinión a un especialista. «En el primer caso puedes aconsejar bien al propietario sobre cómo proceder y en el segundo, sabes a quién enviárselo».
Ante realidades como esta, los seguros para mascotas con asistencia veterinaria pueden ser una opción a considerar cada vez más, como ocurre en el norte de Europa.
Los costes del tratamiento
Si bien es cierto que cada vez son más los propietarios de mascotas dispuestos a hacer lo imposible para que su peludo, ante una enfermedad severa como el cáncer, acceda a los tratamientos veterinarios necesarios, estos pueden tener un coste económico elevado que en ocasiones son difíciles de asumir. «La cirugía, la hospitalización, que puede alargarse unas 48 horas si hay complicaciones; enviar las biopsias y los tratamientos post-quirúrgicos, suelen rondar entre los 1.000 y los 2.500 euros. Además, si luego se sigue un tratamiento radiológico y la hospitalización, que suele ser de varias semanas, el coste puede ascender a los 4.500 euros», explica Rodríguez Pizá. Ante realidades como esta, los seguros para mascotas con asistencia veterinaria pueden ser una opción a considerar cada vez más, como ocurre en el norte de Europa. Buena parte de compañías aseguradoras disponen de pólizas para mascotas, pero algunas en específico, como Segurvet, Santé Vet o Petplan, entre otras, están especializadas en este sector y ofrecen unas coberturas interesantes por un coste que oscila entre los 15 y los 20 euros mensuales por el paquete básico, algo a considerar para poder correr con los gastos con seguridad, especialmente si nuestra mascota es de una raza con predisposición genética a padecer cáncer.
¿Se puede prevenir?
Como vimos al inicio del artículo, en la actualidad sabemos que hay un componente genético importante en nuestras mascotas, especialmente en perros, que induce a cáncer, en la mayoría de casos cuando estas llegan a edades avanzadas y también se sabe que al igual que en los humanos, cuando nuestras mascotas van envejeciendo, los procesos inflamatorios van aumentando como respuesta a una serie de carencias de sustancias en el organismo y de exceso de otras que empeoran la eficacia de la homeostasis (la capacidad del cuerpo para mantener el ph y el equilibrio que regula los procesos vitales). Los metales pesados y las sustancias químicas presentes en el ambiente y en nuestros hogares (plásticos, productos de limpieza antiparasitarios..) pueden contribuir al desarrollo de procesos oncológicos, pero sobre todo la alimentación y los hábitos de vida constituyen un factor clave en la aparición del problema.
El especialista en oncología veterinaria Ignasi Rodríguez Pizá afirma que si tuviera que dar una recomendación clave para la prevención del cáncer en nuestros animales de compañía tendría que ver con la alimentación, especialmente a nivel cuantitativo. «Un animal obeso tiene una predisposición al cáncer muchísimo más elevada que el que come menos y se mantiene en forma. Luego, la castración en macho y hembra reduce en gran parte el riesgo de cáncer genital; en perras, de cáncer de mama y de útero, y en perros, de cáncer testicular. Pero la castración predispone a la obesidad, con lo cual, si vas a castrar a tu mascota y la vas a mantener con exceso de peso toda su vida puede hacer otro tipo de cáncer, así que lo ideal es tener un animal delgado y bien cuidado», asegura.
En cuanto a la dieta más recomendable para evitar riesgos, tanto si se opta por realizar una alimentación con pienso seco como si se prefiere una alimentación natural casera, en ambos casos deberá tenerse en cuenta la calidad de los alimentos y que sea una dieta equilibrada. El hecho de que en algunos sacos de pienso el índice de hidratos de carbono sea alto y de baja calidad, con subproductos vegetales, provoca en animales como el perro y el gato, que son básicamente carnívoros, altos niveles de azúcares que se convierten en sustancias acidificantes e inflamatorias comprometidas para la salud. De la misma manera, los conservantes y potenciadores del sabor presentes en algunos alimentos, se acumulan en los órganos y tejidos y conducen con frecuencia a alergias, enfermedades intestinales y otros problemas mayores. Por ello, es importante que elijamos pienso seco de alta calidad que incluya suplementos vitamínicos, ácidos grasos esenciales, , la fibra adecuada y los hidratos de carbono adecuados, o si por el contrario, somos más partidarios de ofrecer a nuestras mascotas alimentos frescos y naturales, tengamos en cuenta que la dieta tendrá que ser equilibrada, ya que de lo contrario pueden presentarse déficits alimenticios.
Impromune , de Laboratorios Bioibérica se recomienda en animales que reciban farmacos inmunosupresores como ocurre en tratamientos de cáncer, quimioterapia, etc… Consúltalo con tu veterinario.
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