Carles Fortuny se inició en el agility en 1995. En aquella época tenía que recorrer 40 km para practicarlo con su cocker Kira, por lo que tuvo el tiempo necesario entre idas, vueltas, colas… para ir fraguando un plan que pudo materializar el año 2000 con la fundación del Club Agility Ciutat Comtal.
Esta nueva entidad fue el catalizador de un gran número de aficionados, tanto de Barcelona capital como de algunos núcleos metropolitanos y su impulso permitió que en 2004 se iniciara la actividad del club en Barcelona y posteriormente en 2015 se construyeran las actuales instalaciones junto al Estadio Serrahima en Montjuïc.

Carles y Kira en una imagen de 1996
En vísperas de los 25 años de sus inicios, Carles Fortuny se dedica al Agility al cien por cien, ocupándose junto a su equipo de colaboradores de la organización de importantes citas del calendario de competición, además de fomentar este deporte a todos los niveles y de promover una prueba internacional como es el Rialp Summer Agility Competitión , que en la pasada edición convocó a más de 180 perros/día durante cinco jornadas en esa localidad del Pirineo de Lleida. La edición de este año, que tendrá lugar del 7 al 11 de agosto, ya roza los 300 perros/día inscritos, provenientes de Portugal, Francia, Bélgica, Italia, Polonia, Rep. Checa, Eslovenia, Usa y por supuesto de España.
Vamos a conocer de su mano cuáles son los secretos de esta disciplina.
¿Qué tiene el Agility para que haya cada vez más practicantes?
Es un deporte que puede practicar cualquier perro, independientemente de su tamaño e incluso de su edad. Y esto incluye también al propietario. Ambos pueden aprender, entrenar y competir si quieren, porque hay suficientes niveles como para dar cabida a todos los aficionados.
Otro motivo de peso es que estrecha el vínculo de una manera muy importante. No es lo mismo que nuestro perro tenga que conformarse con uno o dos paseos para sus mínimas necesidades, después de muchas horas al día en casa, que salir a entrenar ambos y hacer un buen ejercicio tanto físico como mental.
Además, el Agility socializa de otra manera que cuando solo vamos al parque con nuestra mascota. En este caso no solemos ser parte activa, aunque tengan encuentros con otros perros. En este deporte sí.
Y en cuanto a su proyección, depende de hasta dónde quiera uno llegar. Puede ser desde una mezcla de ejercicio y juego hasta un reto para llegar a la alta competición cuando te enganchas lo suficiente –“es como una droga”- y además tienes un buen perro, con actitudes y suficiente obediencia.
¿Qué contemplan las diferentes categorías del Agility?
Básicamente el tamaño. Y tenemos tres: pequeños –small-, cuya altura máxima hasta la cruz es de 35 centímetros. Después viene la mediana –medium-, cuya altura abarca desde 35 a 43 centímetros. Finalmente, la “large”, que es de 43 centímetros en adelante. El peso no cuenta en ningún caso.
Para los primeros, hasta 35 centímetros, las vallas que han de saltar están a 30 centímetros. Hasta 43 centímetros la valla sube a 40 centímetros y a partir de aquí saltan a 60. Esto en la mayoría de los países, aunque en Suecia y algún que otro país nórdico están incorporando una categoría entre la mediana y la large, porque los 20 centímetros de diferencia de salto se está demostrando excesiva. Creo que se irá tendiendo a normalizarla, con un salto de 50 centímetros.
¿Y en cuanto a los niveles de competición?
Iniciación, o Grado 1. Grado 2, equivalente a un nivel de competición medio y Grado 3, que corresponde a alta competición, con el que se tiene acceso a campeonatos europeos o mundiales. Lo que complica las cosas a nivel de organización es que cada nivel contempla las tres categorías antes mencionadas.
¿Qué razas son las idóneas?
Sobre todo, pastores. Porque dentro de sus muchas variedades ya están preparados genéticamente para el trabajo, de la misma manera que las razas nórdicas y japonesas están adaptadas para el tiro de trineos. Con los perros pastores tienes mayor margen para el aprendizaje, ya que están deseando seguir con el juego y satisfacerte, lo ves. De hecho, la mayoría de las veces tienes que pararles y decirles “tranquila chica, toma un poco de agua, relájate…”. Esto también es un aprendizaje. En todo caso sí hay que decir que hay mestizos que son muy buenos, aunque no suela ser lo habitual.
Bien, decido iniciarme. ¿Cuál es el primer paso?
Lo lógico es que busques un club de proximidad a tu residencia (mapa interactivo de la RSCE), que pueda ofrecerte algún curso básico de educación y obediencia sobre todo enfocada a lo que el perro desarrollará en el deporte. Lo que trabajamos en el Club d’Agility Ciutat Comtal con nuestros cursos es el vínculo, la obediencia canina y la iniciación al Agility para que el perro te vea de otra manera.
A partir de aquí, hay que enseñar tanto al propietario como a su mascota la manera en que deberán enfrentarse a los diferentes obstáculos. Y esto se hace lógicamente de manera gradual, con saltos de poca altura para ir adquiriendo la mecánica, cómo abordar por ambas partes las entradas en los túneles, en las barras de slalom, aprender a premiarle cuando toca…
Ahí entra la figura del monitor…
Sí, debería haber gente especializada en desarrollar este deporte y, como mínimo, tener el título de técnico reconocido por la federación oficial correspondiente donde desarrolle su labor. La formación de las nuevas promociones ha de ser lo más profesional posible. En este sentido, no sé si otras, la federación catalana sí ofrece cursos para facultar a los aficionados que desean ejercer este trabajo.
¿Algo que añadir?
Me gustaría poder transmitir esa magia tan especial que se da cuando con un solo intercambio de miradas se entiende todo. Que la mascota no ve solo en ti al líder. También a su compañero de equipo. Se trata de que el perro te vea seguro de que lo que le pides, él sabe que lo puede hacer. Lo que te ofrece el vínculo es ese entendimiento que has tenido que trabajar desde que era cachorro. Primero jugando y luego pidiéndole algo más, en lo que tú también vas aprendiendo.
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