Su carácter independiente y el hecho de que no busca la complacencia de su amo, como ocurre con los perros, si no la suya propia, puede hacernos creer que un gato no puede ser educado o adiestrado, pero nada más lejos de la realidad. Podemos enseñar a nuestro felino cómo queremos que se comporte, aunque eso sí, deberemos comenzar lo antes posible, ser constantes, tener paciencia y premiar sus logros.
- Una buena socialización. La relación que un gato establece con los humanos se construye entre los dos meses de vida (el periodo de socialización) hasta los seis u ocho meses, dependiendo de la raza, y tiene mucho que ver con el hecho de que su madre haya estado presente al menos hasta los dos meses. Cuando el destete es prematuro y nos hacemos cargo de un gatito, este tenderá a considerarnos como su propia madre y su comportamiento infantil puede alargarse.
- Cuantas más relaciones y estímulos, mejor. Con otros gatos, con personas, con otros animales…cuantos más contactos y estímulos diferentes se acostumbre a recibir nuestro gatito desde temprana edad, menos susceptible será de presentar miedo o agresividad de adulto o comportamientos que amenacen la convivencia. Lo mejor es cogerle y tocarle a menudo, cepillarle, cortarle las uñas… para que se habitúe. También que se acostumbre a los ruidos de la casa y de los electrodomésticos, al timbre, al teléfono…y que se familiarice con el transportín, dejándoselo abierto y a disposición para cuando quiera entrar. Para que asocie la visita al veterinario con algo positivo le puedes ofrecer algún snack para gatos durante la consulta.
- Para que aprenda a utilizar bien el cajón de arena. Colócalo en un lugar tranquilo y alejado de corrientes de aire y de los recipientes de la comida y la bebida y límpialo escrupulosamente. Cada día cambia la arena y una vez a la semana realiza una higiene en profundidad. Si tienes más de un gato debes utilizar un cajón por animal.
- Para que se deje coger. Si a tu gato no le gusta mucho que le cojas, no lo dejes en el suelo a la menor resistencia que ofrezca, porque si lo haces sabrá el truco para no dejarse coger. Es mejor que continúes sujetándolo delicadamente pero con firmeza y cuando se calme, acaríciale, llénale de mimos y vuelve a dejarle en el suelo.
- Para que no arañe los muebles. Los gatos arañan las cosas que encuentran a su alcance, sobre todo las superficies no demasiado lisas, y los muebles no son una excepción. Es su manera natural de marcar su territorio, estirarse y afilarse las uñas. Lo más efectivo, si no quieres que te destroce los muebles y sillones es, primero limpiarlos con un producto que elimine su olor, ya que los habrá marcado, y luego, reconducir su instinto de arañar ofreciéndole como alternativa un rascador o poste para trepar. En el mercado puedes encontrar rascadores en forma de árbol, con varias plataformas, que pueden convertirse además en centro de juegos. Aparte de no arañar, como tiene diferentes alturas, puedes evitar al mismo tiempo que se suba a las estanterías. Para atraerle hacia el rascador, juega con tu peludo cerca de él, y cuando lo utilice puedes compensarlo con alguna golosina o con mimos.
- Enséñale a no morder. Hay ciertas conductas de los gatitos que es necesario frenar si no quieres que lleguen con ellas a la etapa adulta. Una de estas malas costumbres es dejarles que nos muerdan mientras jugamos con ellos, ya que si el gato adulto que lo hace no es consciente de la intensidad de su mordida este puede convertirse en un problema indeseable. Para evitarlo, lo mejor es no jugar con las manos, para que no las identifique con una presa y ofrecerle en su lugar juguetes mordedores para gatos o una caña de pescar o pesca-gatos (un hilo con un ratón de juguete en la punta, una pluma o una pelotita). De esta manera estarás potenciando además su instinto cazador.
- Refuerza lo que hace bien. Con tu mascota felina será más efectivo que cuando haga algo bien le animes para que vuelva a repetirlo, en vez de castigarle cuando hace algo mal. Por ejemplo, si no quieres que se suba a la encimera de la cocina, debes decirle “no” con firmeza, pero con suavidad, para que vea que no te gusta esa conducta. Para reforzarla, puedes poner durante un tiempo cinta adhesiva de doble cara en los bordes de la encimera, ya que los gatos saltan justo en el borde de la superficie y la sensación pegajosa no les resulta agradable. Si esta conducta persiste, especialmente si es peligrosa para tu mascota por el fuego de la cocina, lo mejor será sacar al gato de esa situación.
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