Por lo general, a los gatos no les gusta el trasportín, aunque siempre hay excepciones. Obligarle a entrar es, además de contraproducente, un ejercicio inútil. Lo mejor es tratar de convencerle para que vea ese espacio como un lugar cómodo y que asocie con experiencias positivas. A continuación, te proporcionamos algunos consejos para conseguir que tu gato no huya como alma que lleva el diablo cuando le invites a acomodarse en su ‘refugio móvil’.
#1 No tengas prisa
Ayúdale a familiarizarse con el trasportín poco a poco. No cuando necesites que entre para trasladarlo. Colócalo en un lugar que esté a su alcance y deja la puerta abierta con un poco de comida dentro. No le llames para que entre. Concédele que sea él quien decida cuando entrar.
#2 Crea una experiencia positiva
Debes mejorar la confortabilidad del trasportín. Así que, además de dejarle algo de comida, te recomendamos que coloques una mantita en la que pueda echarse a dormir una sueñecito reparador de esos que tanto le gustan.
#3 Apóyale, pero no cedas
Si llora cuando se queda cerrado, quédate a su lado para que note (y vea) que estás a su lado. Pero, sobre todo, no le dejes salir mientras esté gimiendo. Ayúdale con una distracción que llame su atención y ábrele la puerta cuando esté tranquilo.
#4 La fuerza de la costumbre
Acostúmbralo a pasar ratos cada vez más largos dentro del trasportín. Forma parte del proceso para familiarizarse con este habitáculo. Es necesario que esté tranquilo cuando está dentro y no mantiene contacto visual contigo. Al principio le costará más, así que debes ir alejándote poco a poco.
Si sigues estos consejos de manera paciente, verás como tu gato va perdiendo ese miedo, casi pánico, cuando ve que el trasportín hace acto de presencia y le pides que entre. Ánimo y suerte.
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