A nuestra mascota le encanta nuestra comida: su olor, su textura y el atractivo que supone salir de su alimentación habitual para probar otra cosa. Cuando alguien en la mesa, nosotros mismos, un familiar o un invitado se deja seducir por nuestro peludo y le ofrece un trozo de comida, ese gesto puede generar en él más expectativas haciendo que su demanda de alimento en la mesa se convierta para nosotros en un verdadero incordio. Para evitarlo te sugerimos que:
- No le des de comer nunca en la mesa.
Cuando tu perro es un cachorro no lo malcríes y evita que se acostumbre a pedir comida, a ti o a tus familiares cuando estáis sentados a la mesa, ya que es mejor prevenir este problema de comportamiento que tener que solucionarlo una vez que ha aparecido. Llega a un acuerdo con tu familia para que nadie se salte la norma y cuando tengas invitados debes explicarles que bajo ningún concepto deben ofrecerle comida a tu peludo. Tu perro no pedirá comida si no se ha generado una expectativa de que pueda recibirla.
Los perros se acercan a la mesa, inicialmente, más porque quieren formar parte de todas las actividades del grupo (somos su manada) que porque realmente esperen recibir alimento. Si desde el primer momento, cuando se acercan, les dedicamos una palabra amable o una caricia, se sentirán bien de ser aceptados en nuestro ritual alimenticio, sin necesidad de comer de nuestra comida.
- Cuando tu perro ya se ha acostumbrado a pedir e insiste.
Llega a un acuerdo con tu familia e invitados para que nadie le dé comida a tu mascota y cuando estéis en la mesa y la pida responde con un NO rotundo, o simplemente evitando darle comida. Si ve que no consigue lo que quiere un día tras otro al final desistirá, aunque esta medida exige mucha paciencia y que todos los miembros de la mesa mantengan su actitud.
- Si tu peludo sigue insistiendo y la conducta no remite con el tiempo.
Escoge un lugar a cierta distancia de la mesa y coloca allí su mantita para enseñarle que si se mantiene quieto y tranquilo en este espacio recibirá un trozo de nuestra comida, mientras que si se acerca a la mesa, no obtendrá comida y sí nuestra negación.
- Enseñarle a esperar su recompensa en su sitio.
Cada vez que nuestro perro se dirija a la mesa a pedir comida le diremos: “A tu sitio” y le acompañaremos tranquilamente a su rincón. Podemos ofrecerle un snack para que vaya de buen grado, pero no de nuestra comida, de momento. Le pediremos que se siente o se tumbe y una vez tumbado, de ahí a un rato, le acariciaremos y sí le daremos un trocito de comida de nuestro plato que previamente habremos cogido (de lo contrario, cuando vayamos hacia la mesa nos seguirá). Si vuelve a la mesa al cabo de un rato volveremos a decirle “A tu sitio” y le volveremos a acompañar a su rincón, sin regañarle, pero sin premio, y le pediremos que se vuelva a tumbar, de modo que se dé cuenta, por repetición, de que si vuelve a la mesa no obtendrá premio. Repetiremos el ejercicio las veces que necesitemos hasta que nuestra mascota aprenda a esperar su recompensa en su sitio por un tiempo mayor.
- Premiarle de vez en cuando con una comida especial
Aunque hay mucha controversia sobre si debemos ofrecer comida natural a nuestras mascotas o mejor siempre piensos con garantías veterinarias adecuadas, alguna vez que otra y por el puro gusto de verle disfrutar de sabores y texturas diferentes al pienso de todos los días, podemos ofrecerle un plato cocinado equilibrado (no sobras), teniendo en cuenta sus necesidades nutricionales o bien un trozo de carne cruda, lo más similar a lo que sería para él comer una presa en plena naturaleza.
0 comentarios