En primavera, las espigas de trigo recubren nuestros campos junto a las amapolas en una explosión de color, pero si salimos de paseo con nuestro peludo por una zona donde estén presentes deberemos tener cuidado, porque sus vainas algo pegajosas en forma de flecha se le pueden clavar o entrar en algún orificio de su cuerpo y ocasionarle molestias y problemas que en algunos casos pueden ser serios.

¿Tu perro se lame insistentemente entre los dedos o en alguna zona del cuerpo y detectas un pequeño bulto con un puntito en el centro? Es bastante probable que se haya clavado una espiga. Desde primavera y sobre todo, entrado el verano, que es cuando estas vainas alargadas de trigo se secan y se pueden quedar adheridas más fácilmente al pelo de tu animal de compañía, clavarse o instalarse en el interior de su cuerpo, deberás tener especial cuidado en vuestros paseos y revisar cuando llegues a casa su pelo para ver si lleva alguna colgando, a fin de evitar que se le pueda clavar. Deberás prestar especial atención si tu mascota tiene el pelo largo y revisar bien el interior de sus orejas si las tiene largas y caídas, ya que son perros con una predisposición mayor a sufrir este tipo de accidentes.
¿Por qué son tan problemáticas?
Aunque por lo general la mayoría de situaciones en que hay una espiga de por medio se suelen resolver sin tener que acudir al veterinario, en ocasiones, si a tu perro se le mete una en la nariz, por ejemplo, puede generarle estornudos continuos que son muy molestos y que pueden irritarle las mucosas y provocarle incluso pequeñas heridas que cursan con pequeños sangrados. Puede que acabe tragándosela o expulsándola en trozos al estornudar, aunque en casos más serios puede ser necesario llevarlo al veterinario para que le practique una endoscopia para poder extraerla.
Otras partes sensibles al contacto con las espigas son la boca, ya que si se quedan trabadas en la laringe o en el esófago pueden producirle al animal dificultad para tragar o náuseas, o una infección, si se le clavan en la lengua; los ojos (cuando se clavan alrededor del ojo o quedan escondidas pequeñas partes de la espiga en el párpado, deberemos acudir urgentemente al veterinario para evitar lesiones mayores, como la úlcera corneal). Los oídos son otra de las partes más vulnerables ante las espigas. El problema es que las vainas más pequeñas pueden adentrarse en el interior del oído y pasar inadvertidas hasta que provocan otitis, asociadas con inflamación y secreción. En este caso notarás que tu perro ladea la cabeza o la sacude o se rasca con la patita en ese lado.
Entre los dedos, en las almohadillas, en el tronco…
La mayoría de problemas con espigas se dan en las zonas corporales de nuestro peludo más cercanas al suelo: entre los dedos, como veíamos al inicio, en las almohadillas, en las axilas y en el aparato urogenital. Si tu animal se ha clavado una espiga es bastante probable que se lama la zona y que esta aparezca mojada e inflamada. Puede que le duela. Debido a su característica forma de flecha, uno de los mayores problemas que puede ocasionar una espiga es que penetre en la piel por vía subcutánea y se dirija o migre hacia cualquier parte del cuerpo. Por ello, si cuando tu peludo se ha clavado la espiga esta se puede retirar con pinzas, mejor hacerlo cuanto antes. Si no es posible, debes ir al veterinario. Este sedará al animal y le hará una pequeña incisión para extraérsela. A veces el problema es que la espiga se deshace en pedazos y hay que acompañar la extracción con tratamiento farmacológico para deshacer los restos de vegetal que han quedado dentro y evitar así una infección.
Cuando la espiga se va a zonas internas puede ser más problemático, especialmente porque mediante radiografía o ecografía no es fácil de apreciar, aunque sí se puede ver la zona inflamada. Lo mejor para prevenir este molesto problema es evitar las localizaciones donde estas plantas silvestres hacen aparición, y si no es posible, revisar bien a nuestro animal de compañía después de cada paseo.
Redacción
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