A principios del siglo XX, el fisiólogo ruso Iván Pávlov demostraba que si un perro es entrenado para asociar un estímulo particular con un alimento, el animal saliva con la mera presencia del estímulo, a la espera de comida. Este experimento, basado en el reflejo condicionado, ha sido el pilar en el que se ha asentado la educación canina por recompensa, pero por raro que parezca, los perros no sólo obedecen para ser compensados con alimentos, sino también con elogios y afecto.
Un estudio reciente publicado en la revista Social, Cognitive and Affective Neuroscience, demuestra que los perros prefieren los elogios y felicitaciones de sus dueños tanto o más que la comida como recompensa. La investigación, llevada a cabo por el Departamento de Psicología de la Universidad de Emory, en Atlanta (Estados Unidos), es una de las primeras en combinar los datos de imágenes del cerebro con los experimentos de comportamiento para explorar las preferencias de recompensa de los perros.
“El objetivo del estudio es comprender la base del vínculo entre perros y humanos y si este vínculo se debe sobre todo a la comida, o a la relación en sí misma”, afirma el neurocientífico Gregory Berns, autor principal de la investigación.
De los 13 perros que completaron el estudio, la mayoría de ellos o antepusieron el cariño de sus dueños a los alimentos o parecían tener preferencia por ambos por igual. Sólo dos de los perros mostraron una mayor predisposición por la comida, según Berns.
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