El pasado viernes 13 de noviembre, la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados aprobó el Proyecto de Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE) en el que se incluye la empatía por los animales en las asignaturas de la enseñanza obligatoria, lo que significa que a partir de ahora, cuando se aborde el desarrollo curricular en enseñanza Infantil, Primaria y ESO, deberá tenerse en cuenta la formación en valores que favorezcan el respeto hacia los seres vivos y los derechos de los animales.
Concretamente en uno de los artículos (2.1e) se puede leer que se debe fomentar «la formación para la paz, el respeto de los derechos humanos, la vida en común, la cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos, así como la adquisición de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y los derechos de los animales y el medio ambiente, en particular, el valor de los espacios forestales y el desarrollo sostenible».
Esta nueva medida, promovida por la APDDA (Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales) y PRODA (Profesionales para la Defensa Animal), presentada en diciembre de 2018 por la mayoría de los Grupos Parlamentarios del Congreso como proposición no de ley que ha sido aprobada, significa la introducción en nuestro sistema educativo de la formación en valores hacia los animales y todos los seres vivos como forma de prevenir, evitar e intervenir conductas violentas, así como generar actitudes prosociales que propicien una convivencia sana, pacífica y responsable.
Establecer foros de reflexión en los que niños y adolescentes puedan aprender a ponerse en el lugar de los animales; comprender su alegría, su tristeza y su miedo, poder llegar a sentir sus emociones; ayudar al otro a conseguir equilibrio y bienestar, resolver conflictos pacíficamente…son ciertos aspectos para poder desarrollar las habilidades empáticas en la escuela de ahora en adelante que sin duda redundarán en el bien común.
Tanto la empatía cognitiva (la decisión de ponerse en el lugar del otro) como la afectiva (la percepción emocional sin esfuerzo) son las bases que conducen al ser humano, a través de la compasión y la solidaridad, a la conducta prosocial, necesaria para una vida más justa y feliz. Desde el punto de vista psicopedagógico y evolutivo, la educación en la empatía y el respeto hacia los animales y el resto de seres vivos favorece un proceso madurativo en el que el niño, que será adulto en un futuro, podrá sopesar mejor sus impulsos, sus deseos, sus objetivos, el interés egoísta, las normas, la ética y el altruismo y generar un comportamiento más consciente y positivo para sí mismo y el resto de seres.
Ser mejor se puede ejercitar
Esta medida que a partir de ahora comenzará a impartirse a nivel nacional, no es sin embargo la primera adoptada en nuestro país ni en otros lugares del planeta. Desde Enero y principios de Febrero de 2019, en la Comunidad de Aragón, los centros escolares en los niveles de Educación Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato podían solicitar contar con una nueva asignatura, Respeto a los animales en su plan de estudios, enmarcada en el programa Mundo Animal, publicado en el BOE de Aragón, un programa encaminado a concienciar sobre el cuidado y la tenencia de animales y a favorecer la empatía hacia ellos del que nos hicimos eco en su momento.
Por otra parte, en Canadá, por ejemplo, el 90% de las escuelas imparten desde hace unos años programas de aprendizaje social y emocional, SEL (Social and Emotional Learning), con excelentes resultados, y es que, como afirma la neurocientífica social del Instituto Max Plank de Ciencias Cerebrales y Cognitivas de Leipzig (Alemania) Tania Singer, la empatía se puede ejercitar, algo a tener en cuenta para evitar problemas como el bullyng o con ciertas conductas violentas y antisociales que tienen que ver con la ausencia de empatía emocional; es decir, con la imposibilidad de ponerse en el lugar del otro y experimentar su dolor. Singer afirma que el «músculo» para regular las emociones es el mismo, sea cual sea la emoción y que si se entrena a alguien en la compasión o en reducir la activación de la ira o el miedo, el mismo «músculo» podrá regular mejor todas las emociones.
Por su parte, el psicólogo clínico Paul Gilbert, fundador de la terapia enfocada en la compasión, plantea que somos una versión posible que está configurada y condicionada por nuestros genes, crianza y cultura, entre otros, pero podemos trabajar en el desarrollo de una versión compasiva que cuente con las habilidades (imaginación, razonamiento, sensaciones, sentimiento, atención) y atributos compasivos (aprecio, tolerancia, empatía, fortalezas, apertura de cuidados y necesidades). Según Gilbert, podemos trabajar en la configuración de nuestra versión compasiva generando nuevos patrones de actividad cerebral, ya que se ha observado que durante los estados de bondad amorosos se activan la corteza interoceptiva y zonas relacionadas con la filiación y la recompensa.
Gema Salgado
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