Al impacto social surgido a causa del COVID-19, cuyas consecuencias aún son imprevisibles, hay que añadir un elemento de valor como es el de nuestras mascotas. ¿Cómo les ha afectado el confinamiento? ¿Han ayudado a sus dueños en aspectos como el de su salud en todos sus aspectos?…
De estas y otras preguntas se ha preocupado de investigar y responder un estudio en el que han colaborado Elena García y Patricia Darder por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), INAD (Barcelona), Royal Veterinary College (Londres) y el profesor de la Facultad de Veterinaria y del HCV CEU-UCH Juan Argüelles.
El objeto del estudio se ha circunscrito al estado español, analizando los efectos del confinamiento en el comportamiento de perros y gatos. De la misma manera que el estudio corrobora los efectos positivos que las mascotas han aportado a sus dueños en los días más duros del aislamiento social, también confirma cambios en el comportamiento de las mascotas en situaciones de estrés. Y en este sentido, los perros han salido algo más perjudicados ya que el 37% mostraron alguna alteración en su comportamiento.
Según sus autores, “encontramos que los dueños de mascotas obtuvieron un apoyo sustancial de sus mascotas, y ese apoyo se incrementó cuando la calidad de vida del dueño se deterioró más”. Algo lógico en una situación en la que el 61.8% de los encuestados manifestaron abiertamente pérdidas significativas en su calidad de vida.
Parte de sus conclusiones mantienen que “el apoyo también se asoció con una mayor cercanía emocional e interacción con la mascota. También encontramos asociaciones interesantes entre problemas de comportamiento, cambios de comportamiento generales y aspectos del confinamiento, pero algunos indicios de que el aumento de las necesidades emocionales de los propietarios podría afectar negativamente a las mascotas que tenían problemas de comportamiento existentes. Los hallazgos del estudio apuntan a formas en las que podemos minimizar los efectos del período de confinamiento”.
Finalmente, los autores insisten en la necesidad de ampliar el estudio, comparándolo con investigaciones de otros países y abriendo líneas de investigación específicas para tener una visión más profunda del comportamiento en situaciones como la vivida la pasada primavera.
Más allá de las conclusiones científicas, queda palpable y claro un aspecto fundamental: el vínculo profundo entre mascota y dueño.
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