Los perros que en su último cuarto de vida caminan más lentamente suelen tener un mayor deterioro cognitivo y demencia que los que tienen una marcha más ágil, según los resultados de un reciente estudio llevado a cabo en la Universidad Estatal de Carolina del Norte. Lo mejor de esta investigación es que ofrece un método sencillo a los profesionales de la veterinaria para medir la salud en perros de edad avanzada.

Al igual que nos sucede a los humanos, la velocidad al caminar en los perros es bastante estable durante la mayor parte de su vida, pero disminuye a medida que ingresan en el último cuarto de su existencia debido al envejecimiento. Las deficiencias físicas y la desaceleración del movimiento reflejan la disminución del rendimiento de numerosos sistemas, como el músculoesquelético, el sistema nervioso central y periférico y los órganos sensoriales y esto se relaciona con un progresivo deterioro cognitivo. Así lo pone de manifiesto un estudio desarrollado en la Universidad Estatal de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y llevado a cabo por Natasha Olby, Kady M. Gjessing y Rahna M.Davidson, que ha confirmado que los perros mayores investigados que se movían más lentamente, sufrían niveles más severos de deterioro cognitivo o demencia, según los cuestionarios completados por los propietarios, y también obtuvieron peores resultados en las pruebas cognitivas que se les realizaron.
La explicación se encuentra en que «la movilidad depende en gran medida de la entrada sensorial, el procesamiento central y la salida motora; es decir, del sistema nervioso. Como resultado, la movilidad y la cognición están interconectadas. Cuando tienes menos movilidad, la cantidad de información que recibe tu sistema nervioso también se reduce. No sorprende que la velocidad y la demencia estén correlacionadas», afirma Natasha Olby.
Estudios anteriores ya habían descubierto que perros mayores (mayores del 75% de su esperanza de vida) pueden ser hasta un 63% más lentos que los más jóvenes, aunque no se investigó la asociación de la velocidad de la marcha con el rendimiento cognitivo.
46 perros adultos y 49 perros mayores
Durante la investigación se midió la velocidad de la marcha con y sin correa en 46 perros adultos y 49 perros mayores de diferentes sexos y razas, en ambos grupos. A los adultos, que sirvieron como grupo de control, solo se les midió la velocidad de la marcha, mientras que los perros mayores realizaron una batería de pruebas cognitivas adicionales que permitían evaluar diferentes dominios de la cognición, como la atención sostenida, la memoria, la función ejecutiva y la respuesta a señales sociales. Sus dueños, además, completaron un cuestionario de evaluación cognitiva conocido como la Escala de Demencia Canina (CADES). Una puntuación CADES más alta indica un deterioro cognitivo más severo.
Los perros mayores fueron agrupados en función de sus puntajes de pruebas cognitivas y CADES y la velocidad de la marcha individual se midió primero haciendo servir un guía, que recorrería con cada perro una distancia de 5 metros, utilizando correa y después haciendo que los perros obedecieran a la llamada del investigador (no se utilizó al propietario para hacerlo más imparcial), utilizando un reclamo de comida al final del trayecto para que recorrieran la misma distancia sin correa.
«Los perros tienden a igualar la velocidad de su guía, cuando están atados, por lo que recogimos datos con y sin correa para ver cuál era la medida más útil» explica Olby. «Además siempre nos preocupa que el tamaño del cuerpo y la longitud de las extremidades afecten a la velocidad de la marcha, pero si ves a un gran danés caminando junto a un chihuahua sin correa, el más bajo no siempre va más atrás que el otro», argumenta Olby.
En este sentido, los investigadores encontraron que el tamaño no importaba cuando se trataba de velocidad, especialmente en las pruebas sin correa. Los perros en el último 25% de vida se movían más lentamente que los adultos independientemente de su tamaño relativo.
Los autores del estudio encontraron, por otra parte, que el dolor en las articulaciones no parecía correlacionarse con la velocidad al caminar, aunque señalan que no había perros con osteoartritis severa en el programa, una cuestión que esperan abordar en trabajos futuros.
Para los autores del estudio, la investigación ha resultado reveladora no solo al demostrar la relación entre velocidad de la marcha en perros geriátricos y demencia, sino también porque el método de prueba es fácil de replicar, ya que está motivado por la comida y se realiza en una distancia corta, con lo cual podría convertirse en una prueba de detección para que cualquier veterinario la realice en pacientes caninos de edad avanzada.
Redacción
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